Supongamos que me echo de menos,
que mi cuerpo esta solo
y que de almas tengo lleno el corazón.
Que he muerto ya tantas veces,
que vivir me duele más que la propia muerte.
Supongamos que no tengo frio,
aunque el viento
me atrape bajo las mantas del miedo.
Que no sueño,
me despierto
cuando me voy acostar, como un barco
en un puerto desconocido
cada noche con su día.
Supongamos que de tanto mirar
al reloj he desgastado sus manecillas
en un amanecer que no despierta,
que mi oscuridad
es un rumor de risas ajenas,
que se acercan por la ventana a saludar,
para ver cómo se evapora de mis ojos sus aguas,
sin miedo a naufragar.
Supongamos que al respirar
me cuesta más sacar
las astillas de mis malos recuerdos,
mientras me miro en los espejos
y regreso de muy lejos,
con el equipaje ahogado en mis pasos.
Que desnudo la lluvia y la visto
con las hojas de mi otoño
escritas en papel.
Que las luces de la noche
viven en mi dormitorio
y ya no me engañan ni me dan miedo.
Supongamos que, de un verso,
saco sus rimas y te abrazo,
mientras contigo despierto
las estelas de mi corazón.
Supongamos que te quiero, sin suponer.
Esteban Regis Del Moral
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